domingo, 24 de abril de 2022

Curiosidades

 ¿Sabías que…?

  • Más de un tercio de la población mundial vive bajo un régimen autoritario y, más de la mitad de las personas que viven en un régimen autoritario, viven en China.


  • Las primeras papeletas fueron de papel. En la época de los griegos, se desarrolló un sistema de voto en el que los gobernantes eran elegidos a través de unas tablillas de madera.

  • Hasta 1931, en España, la edad requerida para votar era de 25 años, se rebajó a 23 durante la Segunda República y se estableció en 18 tras el franquismo.

  • En este mismo año, se aprobó el sufragio femenino tras un tenso debate parlamentario en el que destacan las figuras de Clara Campoamor y Victoria Kent.

  • Las mujeres ejercieron su derecho a voto por primera vez en unas elecciones democráticas en 1933.

  • 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el resto del planeta.

  • 10 empresas en el mundo obtuvieron una facturación superior a los ingresos públicos de 180 países juntos.

  • Lo mismo que 10,000 trabajadores de las fábricas textiles de Bangladesh gana en un año el director general de cualquier empresa incluida en el índice bursátil FTSE 100.

  • 100,000 millones de dólares pierden los países en desarrollo como consecuencia de la evasión y elusión fiscal de grandes empresas a través de paraísos fiscales.

  • En 1970, en el Reino Unido, 10% de los beneficios empresariales se distribuía entre los accionistas, mientras que en la actualidad éstos perciben 70%.

  • 70% del total de los servicios de telefonía móvil y el 65% de las líneas fijas de México son controladas por Carlos Slim.

  • 8 son las falsas premisas de la economía que originan la desigualdad.

  • Las mujeres ganan entre 31 y 75% menos que los hombres a causa de la brecha salarial y de otras desigualdades económicas.

  • 69 de las 100 mayores entidades del mundo son empresas, no Estados.

Noticias

La democracia es esencial para el desarrollo de nuestros municipios

En el año 2007, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estableció el 15 de septiembre como el Día Internacional de la Democracia, como una forma de exaltar la importancia universal de que los pueblos decidan, de manera libre, sus propios sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, así como su plena participación en todos los aspectos de sus vidas. El ejercicio de la democracia es el que mejor refleja los hábitos y costumbres cívicos de una sociedad, en la actualidad, esta práctica reclama la procuración de una experiencia política en la que la ciudadanía ejerza su derecho y tenga los conocimientos para tomar mejores decisiones.  En ese sentido, solamente con la participación efectiva, la voluntad, así como con la sinergia entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad la democracia se puede tornar en una realidad ideal.

En el proceso electoral de este 2018, más de 56.6 millones de personas que acudieron a ejercer su derecho al voto, nuestro mapa político se modificó y en nuestros municipios así como en los congresos locales existirá una diversidad de partidos y coaliciones tomando decisiones. No obstante, los retos que enfrenta nuestra democracia en el ámbito municipal son la competencia y la sucesión. Por tanto, es necesario que se fomenten valores universales como la tolerancia, el pluralismo, el respeto de los derechos humanos, la libertad y el diálogo para construir sociedades más democráticas y justas en donde se fortalezca la gobernanza eficaz y responsable.

Y el socialismo ¿para cuándo?

El siglo XX comenzó con la expectativa de ver materializadas las ideas de Marx en algún país. De hecho, en 1917 asistimos a la primera revolución obrero-campesina de la historia: Rusia. Por vez primera en la historia, el socialismo fue una realidad.Quizá contrariando en parte lo expresado por el mismo Marx en su gran elaboración teórica desde sus años juveniles hasta la aparición del tomo I de su obra cumbre: “El Capital. Crítica de la economía política”, en 1867, la primera victoria socialista no se dio en un país especialmente desarrollado en términos industriales. De todos modos, revisando lo afirmado años atrás, el propio Carlos Marx empezó a escudriñar en profundidad los sucesos político-sociales de Rusia (hasta comenzó a estudiar lengua rusa para ello), pues vio que allí, en una nación semifeudal con una amplia base campesina y sin una clase obrera urbana muy expandida, algo importante se gestaba. Por cierto, no se equivocó.

El triunfo de la revolución rusa se dio, entre muchos factores, a partir de la descomposición política que significó la entrada de ese país, conducido por el zarismo imperial, en la Primera Guerra Mundial, en 1914. El desgaste económico y social que ello trajo aparejado sirvió de contexto para que el Partido Bolchevique, liderado por Vladimir Lenin, pudiera conducir el descontento popular hacia un cambio radical en la gran nación euroasiática. Algo más de un año después, teniendo como telón de fondo el desastre ocasionado por la guerra -que había perdido-, en Alemania, con la participación de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, a principios de 1919, inspirándose en el triunfo bolchevique, el Levantamiento Espartaquista casi logra otra revolución con carácter socialista. En este caso, la represión del ejército alemán la impidió. Los ríos de sangre sellaron el alzamiento. 

Las guerras -todas por igual- empobrecen profundamente a las grandes mayorías de los países perdedores, amén del deshonor, en la lógica del nacionalismo más patriotero, de sentirse derrotados, humillados en la post-guerra. Las guerras solo favorecen a las élites de las potencias vencedoras; muy secundariamente el botín obtenido por las mismas llega como migajas a su pueblo, a la gran masa trabajadora -que, sin dudas, fue quien puso el cuerpo en la contienda-.




¿Por qué decir todo esto? Porque hoy día se libra una muy importante guerra en Ucrania. Una más de las más de 50 que tienen lugar en este momento en el mundo (¿no era que nos amábamos los unos a los otros?) Sin ningún lugar a dudas, los enfrentamientos bélicos no están cerca de terminar, y la industria militar es, por lejos, el ámbito humano que más avances científico-técnicos moviliza produciendo los negocios más multimillonarios de todos los ahora existentes. Quizá no se equivocaba Freud cuando habló de una pulsión de muerte, una tendencia autodestructiva irrefrenable. Lo cierto es que el actual enfrentamiento (“invasión” u “operación militar especial”, según se lo quiera ver) se libra entre dos grandes potencias: Estados Unidos, que utiliza a la OTAN como su caja de resonancia, y la Federación Rusa, quien pretende volver a ser un país de decisiva presencia en el plano político internacional luego de la extinción de la Unión Soviética. Ucrania es el campo de batalla, el teatro de operaciones. Pareciera que poco importan las y los ucranianos. Todo indica que no chocarán directamente fuerzas de las dos potencias militares; de todos modos Moscú, previendo posibles escenarios hacia donde pudiera escalar la guerra, solo destinó el 15% de su capacidad bélica a Ucrania. El resto se lo reserva para un eventual enfrentamiento con ejércitos de la OTAN, incluso manejando la posibilidad de una guerra nuclear.

La desigualdad del covid-19: la pandemia ha sumido a algunas en la pobreza, mientras impulsó los ahorros de otros

Para muchos estadounidenses, los impactos económicos de la pandemia de covid-19 han sido devastadores y han marcado desigualdad. Millones han perdido sus empleos. La inseguridad alimentaria y de vivienda se ha disparado. Y aproximadamente la mitad de los hogares de EE.UU. reportaron una disminución en los ingresos de este año, según Bankrate.com. Pero otros fueron lo suficientemente afortunados como para mantener sus empleos e incluso trabajar desde casa. Por lo que terminaron en una mejor situación económica, o al menos no se vieron afectados. Esto gracias a factores como un mercado de valores al alza, mayores ahorros o un impulso en la demanda de su negocio. Así contrasta la desigualdad de los efectos del covid-19 en la situación financiera de varias personas.

Los subsidios de desempleo de Garrett vencen a fines de diciembre y él no sabe si calificará para obtener una extensión. Los costos de su seguro médico ahora son de 641 dólares al mes. Una cifra muy por encima de los 150 dólares que pagaba cuando su empleador subsidiaba sus primas del seguro médico. Ahora, Garrett considera retirar alrededor de 25.000 dólares de su plan de ahorro de pensión 401 (k) para pagar la deuda adicional de la tarjeta de crédito que acumuló durante la pandemia por gastos alimentos y seguros, así como un préstamo privado que obtuvo hace unos años.



Garrett indicó podrá pagar sus recibos hasta enero. Sin embargo, si no recibe ayuda pronto tendrá que mudarse con su madre en caso de no encontrar un lugar mucho más barato para vivir. Ahora que se acerca a los 40 años, nunca imaginó estar en esta situación. Según dijo, no espera que la industria hotelera, donde construyó su carrera, se recupere rápidamente, por lo que está buscando trabajo en otros sectores. Está dispuesto a aceptar un sueldo menor, pero le sorprende lo bajo que son los salarios que se ofrecen. Incluso cuando un empleador exige un título universitario y años de experiencia.


Socialismo

El socialismo hoy nace ante la evidencia de pensar en términos estratégicos, atendiendo a la necesidad de poner la mirada en las dinámicas de fondo que recorren nuestras sociedades y la incertidumbre de encontrarnos, ante una gran transición geopolítica y de los modos en que se ha organizado nuestra sociedad y formas de trabajar. Movimientos de fondo que se profundizarán ante los escenarios que se mueven, entre el énfasis en una economía global en que el capital cada vez tendrá menos impedimentos para circular por el mundo y las reacciones y resistencias que genera. La expansión de la globalización económica ha resucitado no solo expresiones de identidades étnicas y locales, sino que ha resucitado al gran sujeto a través del cual el socialismo ha desarrollado sus estrategias a lo largo del siglo XX: el poder del Estado.

Durante esta década de crisis han surgido movimientos sociales que han ido construyendo dinámicas de movilización con el objetivo de enfrentarse a los expolios originados por la movilidad del capital, que ven en el Estado la principal estructura de oportunidad para las formas de actividad política de dichos movimientos. El objetivo de democratizar la economía aparece de nuevo como la estrategia más adecuada para emprender planes de cambios sociales radicales, algo que fue compartido por las estrategias socialistas y socialdemócratas del pasado siglo. La idea sobre el declive de los Estados territoriales y su necesaria recuperación o no, la necesidad de elaborar estrategias globales que superen el “repliegue” hacia el Estado-nación, la participación de los trabajadores en la gestión y el capital de las empresas, la cuestión del trabajo y del sujeto de cambio sustentado sobre el trabajo o la concepción del cambio social sobre la idea del desarrollo en términos de atraso-modernidad o la constatación de su necesaria superación, son parte de los ejes de un debate al que invitamos a profundizar. 

El socialismo en la actualidad

Como es natural, el socialismo del siglo XXI se puede comprender mejor si existe claridad sobre qué es el socialismo, puesto que aquél no es una expresión distinta de éste, sino, por el contrario, su más pura manifestación en la nuevas realidades y en los nuevos desafíos de la sociedad actual, una realidad mucho más compleja que la del siglo pasado. En tal sentido, es necesario recordar que, para sus fundadores, el socialismo es el periodo de transición5 , relativamente prolongado, del capitalismo al comunismo (Marx y Engels, 1974; Engels, 1965 y Lenin, 1961).



 

En efecto, el socialismo es la fase caracterizada por la coexistencia en lucha de las nuevas relaciones sociales de producción (que no pueden ser concebidas de otra manera sino como relaciones de producción comunistas) y las viejas relaciones capitalistas, lucha que se expresa necesariamente en todos los sectores de la vida social y en la que las relaciones sociales comunistas van sustituyendo gradualmente a las viejas, gracias a la incesante acción revolucionaria de las clases y sectores sociales interesados en esa subversión profunda de lo existente (Ancada, 2008:52)

Democracia

La democracia es una forma de gobierno del Estado donde el poder es ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones políticas. Etimológicamente, la palabra proviene del griego δημοκρατία (democratía), que se compone de los términos δῆμος (démos), que significa ‘pueblo’, y κράτος (krátos), que significa ‘poder’. Así, la democracia es el gobierno del pueblo.

El término democracia es extensivo a las comunidades o grupos organizados donde todos los individuos participan en la toma de decisiones de manera participativa y horizontal.



Tomando en cuenta el rol del concepto en el marco del Estado moderno, se puede definir como un método o un conjunto de reglas de procedimiento para la constitución del gobierno y para la formación de las decisiones políticas, más que de una determinada ideología. Desde esta óptica, un régimen democrático implicaría, entre otras cosas, que sus órganos legislativos o ejecutivos estén compuestos por miembros elegidos por el pueblo, directa o indirectamente; que haya ciudadanos sin distinción de raza, religión o condición social y económica con capacidad para votar y elegir representantes; igualdad de voto; y que prepondere el principio de mayoría sin afectar los derechos de las minorías. A esto se le llamaría democracia formal.

Características de la democracia 

La democracia puede ser entendida como una doctrina política y una forma de organización social. Entre muchas de sus características, podemos mencionar las siguientes:

  • Respeto por los derechos humanos consagrados por la Organización de las Nacionales Unidas.
  • Libertad individual.
  • Libertad para la asociación y beligerancia política.
  • Presencia de múltiples partidos políticos.
  • Distribución del poder en diferentes actores sociales.
  • Sufragio universal, libre y secreto.
  • Representatividad.
  • Alternancia en el poder.
  • Libertad de prensa y opinión.
  • Igualdad ante la ley.
  • Limitación del poder de los gobernantes.
  • Apego al Estado de derecho consagrado en una Constitución, Carta Magna o Ley Suprema.

Tipos de democracia

Democracia representativa o indirecta

La democracia representativa, también llamada indirecta, es aquella donde los ciudadanos ejercen el poder político a través de sus representantes, elegidos mediante el voto, en elecciones libres y periódicas.De este modo, el ejercicio de los poderes del Estado y la toma de decisiones deberá expresar la voluntad política que los ciudadanos han hecho recaer sobre sus dirigentes.

La democracia representativa es el sistema más practicado en el mundo, como en México, por ejemplo. Las democracias liberales, como la de los Estados Unidos de América, suelen funcionar dentro del sistema representativo.

Democracia directa

La democracia directa es el modelo original de la democracia, practicado por los atenienses en la Antigüedad. Se dice que existe una democracia directa o pura cuando son los mismos ciudadanos, sin intermediación de representantes, participan directamente en la toma de decisiones de carácter político.

Dicha participación se ejerce a través del voto directo, el plebiscito, el referéndum y la iniciativa popular, entre otros. Hoy en día, este tipo de democracia es inviable como sistema nacional debido a la masificación de la sociedad. Sin embargo, este modelo inspira el funcionamiento de pequeñas organizaciones comunitarias como parte de una realidad local y puntual. Por ejemplo, asambleas vecinales o ciudadanas.

Democracia participativa

La democracia participativa es un modelo de organización política que pretende otorgar a los ciudadanos una mayor, más activa y más directa capacidad de intervención e influencia en la toma de decisiones de carácter público mediante mecanismos adicionales al voto.

Al menos teóricamente, la democracia participativa, considerada una variante de la democracia directa, incorpora activamente al ciudadano en la vigilancia y control de la aplicación de las políticas públicas, procura que los ciudadanos estén organizados y preparados para proponer iniciativas y para expresarse a favor o en contra de una medida.



Desigualdad social

El concepto de desigualdad social va más allá de su versión económica. Aunque parece que esta variante es la más importante. A la desigualdad social se le añaden elementos como el género, la cultura o las preferencias sexuales. Es decir, las diferencias entre los individuos ya no están estrictamente motivadas por los factores económicos.

Para medir la desigualdad social, así como cualquier otra, debemos comparar a las personas dentro de un mismo territorio. Da igual su dimensión, pero la desigualdad se mide comparando sujetos. Esta zona geográfica puede ser una ciudad, región, país, continente, civilización u otra forma de agrupación humana. Por ejemplo, cuando se habla de desigualdad entre los países latinoamericanos, la unidad a comparar es el país, unificando el resto de subunidades internas. 



Causas de la desigualdad social:

  • Renta: Es probablemente la causa más importante y tangible de la desigualdad social. Factores como el trabajo, el salario, o el patrimonio pueden condicionar la vida de una persona y desplazarla dentro de la sociedad, generando situaciones de exclusión. 
  • Educación: En países donde la educación no es universal, también es un factor que aumenta la desigualdad. La educación es el verdadero ascensor social, por tanto, las personas que no puedan acceder a ella tienen más probabilidades de mantenerse en una posición desfavorable.
  • Leyes: Un trato diferente de la ley o de los tribunales, por el motivo que sea, también contribuye a que los que están en la cúspide de la pirámide socioeconómica perpetúen esta situación. 
  • Género: Algunos países y sociedades son muy machistas. Lo que implica una apreciable diferenciación de renta, derechos, libertades y oportunidades entre hombres y mujeres.  
  • Preferencias sexuales: En toda sociedad, aunque en algunos países cada vez menos, las personas homosexuales o con otras preferencias diferentes a la heterosexualidad clásica, han sufrido tratos discriminatorios. Hasta personas con una posición social elevada. En el presente, numerosos países siguen siendo profundamente homófobos.
  • Religión: Las creencias religiosas, en algunos países y zonas geográficas, también han sido motivo de discriminación. Por lo que profesar cierta fe, en algunos casos, también ha contribuido al aumento de la desigualdad.
  • Cultura: Las diferencias culturales también pueden consolidar desigualdades sociales. En comunidades donde hay cierto racismo y estigmatización del inmigrante, estas personas pueden tener dificultades para desarrollarse libremente. 


Entre sus consecuencias están:

La desigualdad social tiene una gran lista de consecuencias negativas. Una de ellas es la pobreza estructural. Las personas víctimas de las desigualdades anteriores tienen más posibilidades de encontrarse en una situación de pobreza o de riesgo. Y que, además, salir de esta situación o de que lo hagan sus descendientes se antoja como un hecho bastante complicado. 

Si por ser inmigrante en un país xenófobo e intolerante se va a recibir un trato discriminatorio, existe una alta probabilidad de que esa persona no pueda ascender en la escala socioeconómica.

La delincuencia es otra consecuencia. La pobreza y la exclusión social, motivadas por la desigualdad social, puede derivar en conductas violentas y delictivas por quienes se encuentran en esa situación. 

Como ejemplos tenemos robos menores por parte de adictos a los estupefacientes; hurtos por quienes no tienen para comprar alimentos; o actos vandálicos por aquellos que no se han integrado en la sociedad y se sienten desplazados. 

En la actualidad:                            

La disparidad entre los ricos y los pobres es cada vez más acentuada. Los multimillonarios se hacen cada vez más ricos y los pobres son arrastrados a una pobreza cada vez más extrema. Las personas en situación de pobreza extrema suelen encontrarse excluidas debido a la falta de recursos para salir de esta situación. El informe revela que el extraordinario crecimiento económico registrado en las últimas décadas ha fracasado en cerrar las divisiones entre los países y dentro de ellos.



La desigualdad entre países llevará inevitablemente a la migración, pero, si está se gestiona de forma adecuada, no solo beneficiará a los migrantes, sino que también ayudará a reducir la pobreza y las diferencias sociales y económicas. Uno de los lugares donde más se observa la desigualdad es en las ciudades, precisamente en un mundo en proceso de urbanización porque las urbes ofrecen, a priori, mayores salidas que el campo. Pero esas ventajas no podrán sostenerse si no se reduce la desigualdad, asegura el informe.