domingo, 24 de abril de 2022

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La democracia es esencial para el desarrollo de nuestros municipios

En el año 2007, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estableció el 15 de septiembre como el Día Internacional de la Democracia, como una forma de exaltar la importancia universal de que los pueblos decidan, de manera libre, sus propios sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, así como su plena participación en todos los aspectos de sus vidas. El ejercicio de la democracia es el que mejor refleja los hábitos y costumbres cívicos de una sociedad, en la actualidad, esta práctica reclama la procuración de una experiencia política en la que la ciudadanía ejerza su derecho y tenga los conocimientos para tomar mejores decisiones.  En ese sentido, solamente con la participación efectiva, la voluntad, así como con la sinergia entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad la democracia se puede tornar en una realidad ideal.

En el proceso electoral de este 2018, más de 56.6 millones de personas que acudieron a ejercer su derecho al voto, nuestro mapa político se modificó y en nuestros municipios así como en los congresos locales existirá una diversidad de partidos y coaliciones tomando decisiones. No obstante, los retos que enfrenta nuestra democracia en el ámbito municipal son la competencia y la sucesión. Por tanto, es necesario que se fomenten valores universales como la tolerancia, el pluralismo, el respeto de los derechos humanos, la libertad y el diálogo para construir sociedades más democráticas y justas en donde se fortalezca la gobernanza eficaz y responsable.

Y el socialismo ¿para cuándo?

El siglo XX comenzó con la expectativa de ver materializadas las ideas de Marx en algún país. De hecho, en 1917 asistimos a la primera revolución obrero-campesina de la historia: Rusia. Por vez primera en la historia, el socialismo fue una realidad.Quizá contrariando en parte lo expresado por el mismo Marx en su gran elaboración teórica desde sus años juveniles hasta la aparición del tomo I de su obra cumbre: “El Capital. Crítica de la economía política”, en 1867, la primera victoria socialista no se dio en un país especialmente desarrollado en términos industriales. De todos modos, revisando lo afirmado años atrás, el propio Carlos Marx empezó a escudriñar en profundidad los sucesos político-sociales de Rusia (hasta comenzó a estudiar lengua rusa para ello), pues vio que allí, en una nación semifeudal con una amplia base campesina y sin una clase obrera urbana muy expandida, algo importante se gestaba. Por cierto, no se equivocó.

El triunfo de la revolución rusa se dio, entre muchos factores, a partir de la descomposición política que significó la entrada de ese país, conducido por el zarismo imperial, en la Primera Guerra Mundial, en 1914. El desgaste económico y social que ello trajo aparejado sirvió de contexto para que el Partido Bolchevique, liderado por Vladimir Lenin, pudiera conducir el descontento popular hacia un cambio radical en la gran nación euroasiática. Algo más de un año después, teniendo como telón de fondo el desastre ocasionado por la guerra -que había perdido-, en Alemania, con la participación de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, a principios de 1919, inspirándose en el triunfo bolchevique, el Levantamiento Espartaquista casi logra otra revolución con carácter socialista. En este caso, la represión del ejército alemán la impidió. Los ríos de sangre sellaron el alzamiento. 

Las guerras -todas por igual- empobrecen profundamente a las grandes mayorías de los países perdedores, amén del deshonor, en la lógica del nacionalismo más patriotero, de sentirse derrotados, humillados en la post-guerra. Las guerras solo favorecen a las élites de las potencias vencedoras; muy secundariamente el botín obtenido por las mismas llega como migajas a su pueblo, a la gran masa trabajadora -que, sin dudas, fue quien puso el cuerpo en la contienda-.




¿Por qué decir todo esto? Porque hoy día se libra una muy importante guerra en Ucrania. Una más de las más de 50 que tienen lugar en este momento en el mundo (¿no era que nos amábamos los unos a los otros?) Sin ningún lugar a dudas, los enfrentamientos bélicos no están cerca de terminar, y la industria militar es, por lejos, el ámbito humano que más avances científico-técnicos moviliza produciendo los negocios más multimillonarios de todos los ahora existentes. Quizá no se equivocaba Freud cuando habló de una pulsión de muerte, una tendencia autodestructiva irrefrenable. Lo cierto es que el actual enfrentamiento (“invasión” u “operación militar especial”, según se lo quiera ver) se libra entre dos grandes potencias: Estados Unidos, que utiliza a la OTAN como su caja de resonancia, y la Federación Rusa, quien pretende volver a ser un país de decisiva presencia en el plano político internacional luego de la extinción de la Unión Soviética. Ucrania es el campo de batalla, el teatro de operaciones. Pareciera que poco importan las y los ucranianos. Todo indica que no chocarán directamente fuerzas de las dos potencias militares; de todos modos Moscú, previendo posibles escenarios hacia donde pudiera escalar la guerra, solo destinó el 15% de su capacidad bélica a Ucrania. El resto se lo reserva para un eventual enfrentamiento con ejércitos de la OTAN, incluso manejando la posibilidad de una guerra nuclear.

La desigualdad del covid-19: la pandemia ha sumido a algunas en la pobreza, mientras impulsó los ahorros de otros

Para muchos estadounidenses, los impactos económicos de la pandemia de covid-19 han sido devastadores y han marcado desigualdad. Millones han perdido sus empleos. La inseguridad alimentaria y de vivienda se ha disparado. Y aproximadamente la mitad de los hogares de EE.UU. reportaron una disminución en los ingresos de este año, según Bankrate.com. Pero otros fueron lo suficientemente afortunados como para mantener sus empleos e incluso trabajar desde casa. Por lo que terminaron en una mejor situación económica, o al menos no se vieron afectados. Esto gracias a factores como un mercado de valores al alza, mayores ahorros o un impulso en la demanda de su negocio. Así contrasta la desigualdad de los efectos del covid-19 en la situación financiera de varias personas.

Los subsidios de desempleo de Garrett vencen a fines de diciembre y él no sabe si calificará para obtener una extensión. Los costos de su seguro médico ahora son de 641 dólares al mes. Una cifra muy por encima de los 150 dólares que pagaba cuando su empleador subsidiaba sus primas del seguro médico. Ahora, Garrett considera retirar alrededor de 25.000 dólares de su plan de ahorro de pensión 401 (k) para pagar la deuda adicional de la tarjeta de crédito que acumuló durante la pandemia por gastos alimentos y seguros, así como un préstamo privado que obtuvo hace unos años.



Garrett indicó podrá pagar sus recibos hasta enero. Sin embargo, si no recibe ayuda pronto tendrá que mudarse con su madre en caso de no encontrar un lugar mucho más barato para vivir. Ahora que se acerca a los 40 años, nunca imaginó estar en esta situación. Según dijo, no espera que la industria hotelera, donde construyó su carrera, se recupere rápidamente, por lo que está buscando trabajo en otros sectores. Está dispuesto a aceptar un sueldo menor, pero le sorprende lo bajo que son los salarios que se ofrecen. Incluso cuando un empleador exige un título universitario y años de experiencia.


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