domingo, 24 de abril de 2022

Desigualdad social

El concepto de desigualdad social va más allá de su versión económica. Aunque parece que esta variante es la más importante. A la desigualdad social se le añaden elementos como el género, la cultura o las preferencias sexuales. Es decir, las diferencias entre los individuos ya no están estrictamente motivadas por los factores económicos.

Para medir la desigualdad social, así como cualquier otra, debemos comparar a las personas dentro de un mismo territorio. Da igual su dimensión, pero la desigualdad se mide comparando sujetos. Esta zona geográfica puede ser una ciudad, región, país, continente, civilización u otra forma de agrupación humana. Por ejemplo, cuando se habla de desigualdad entre los países latinoamericanos, la unidad a comparar es el país, unificando el resto de subunidades internas. 



Causas de la desigualdad social:

  • Renta: Es probablemente la causa más importante y tangible de la desigualdad social. Factores como el trabajo, el salario, o el patrimonio pueden condicionar la vida de una persona y desplazarla dentro de la sociedad, generando situaciones de exclusión. 
  • Educación: En países donde la educación no es universal, también es un factor que aumenta la desigualdad. La educación es el verdadero ascensor social, por tanto, las personas que no puedan acceder a ella tienen más probabilidades de mantenerse en una posición desfavorable.
  • Leyes: Un trato diferente de la ley o de los tribunales, por el motivo que sea, también contribuye a que los que están en la cúspide de la pirámide socioeconómica perpetúen esta situación. 
  • Género: Algunos países y sociedades son muy machistas. Lo que implica una apreciable diferenciación de renta, derechos, libertades y oportunidades entre hombres y mujeres.  
  • Preferencias sexuales: En toda sociedad, aunque en algunos países cada vez menos, las personas homosexuales o con otras preferencias diferentes a la heterosexualidad clásica, han sufrido tratos discriminatorios. Hasta personas con una posición social elevada. En el presente, numerosos países siguen siendo profundamente homófobos.
  • Religión: Las creencias religiosas, en algunos países y zonas geográficas, también han sido motivo de discriminación. Por lo que profesar cierta fe, en algunos casos, también ha contribuido al aumento de la desigualdad.
  • Cultura: Las diferencias culturales también pueden consolidar desigualdades sociales. En comunidades donde hay cierto racismo y estigmatización del inmigrante, estas personas pueden tener dificultades para desarrollarse libremente. 


Entre sus consecuencias están:

La desigualdad social tiene una gran lista de consecuencias negativas. Una de ellas es la pobreza estructural. Las personas víctimas de las desigualdades anteriores tienen más posibilidades de encontrarse en una situación de pobreza o de riesgo. Y que, además, salir de esta situación o de que lo hagan sus descendientes se antoja como un hecho bastante complicado. 

Si por ser inmigrante en un país xenófobo e intolerante se va a recibir un trato discriminatorio, existe una alta probabilidad de que esa persona no pueda ascender en la escala socioeconómica.

La delincuencia es otra consecuencia. La pobreza y la exclusión social, motivadas por la desigualdad social, puede derivar en conductas violentas y delictivas por quienes se encuentran en esa situación. 

Como ejemplos tenemos robos menores por parte de adictos a los estupefacientes; hurtos por quienes no tienen para comprar alimentos; o actos vandálicos por aquellos que no se han integrado en la sociedad y se sienten desplazados. 

En la actualidad:                            

La disparidad entre los ricos y los pobres es cada vez más acentuada. Los multimillonarios se hacen cada vez más ricos y los pobres son arrastrados a una pobreza cada vez más extrema. Las personas en situación de pobreza extrema suelen encontrarse excluidas debido a la falta de recursos para salir de esta situación. El informe revela que el extraordinario crecimiento económico registrado en las últimas décadas ha fracasado en cerrar las divisiones entre los países y dentro de ellos.



La desigualdad entre países llevará inevitablemente a la migración, pero, si está se gestiona de forma adecuada, no solo beneficiará a los migrantes, sino que también ayudará a reducir la pobreza y las diferencias sociales y económicas. Uno de los lugares donde más se observa la desigualdad es en las ciudades, precisamente en un mundo en proceso de urbanización porque las urbes ofrecen, a priori, mayores salidas que el campo. Pero esas ventajas no podrán sostenerse si no se reduce la desigualdad, asegura el informe.

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